“Se lee, y literalmente”
Seminario 20 – Jacques Lacan
Existe un modo particular de abordar a aquel que llega solicitando un espacio de análisis, es un aquel que sufre, que dice pero que en realidad es dicho, solo que aún no lo sabe, ni el analista sabe aún qué es eso dicho pero su función radica en acompañar tal descubrimiento, es decir, se trata de un Sujeto pero no de cualquiera sino de uno del Inconsciente, que cree que habla por sí mismo sin saber que es hablado por el “otro” como semejante pero también por el “Otro” como constituyente de su deseo.
Ahora bien, hablar sobre el “Sujeto del Inconsciente” es decir muchas cosas porque esta manera de abordarlo no sucede a través de una mirada médica, lugar donde comienza la historia de la Clínica, sino desde algo que Lacan ha nombrado como “Lingüistería”, pero ¿Qué significa esto?
Habrá que partir del hecho histórico de que Freud da cuenta en sus primeras investigaciones en Estudios sobre la histeria en 1893-1895 y sus Historiales Clínicos, sobre una segunda conciencia en los casos de las mujeres histéricas, asunto que lo lleva a considerar que existe un “tras bambalinas” que se esconde en la historia de estos casos, es decir, existe una historia que desea ser contada pero que por el monto traumático que caracterizaba al relato resultaba difícil y en algunos casos imposible de ser contadas, aún bajo estados de hipnosis; pero existían otras formas de hacerse saber.
De esta forma surge la bien conocida “limpieza de chimenea” o la “Talking cure” con el caso de Anna O, que da paso al surgimiento del Método Psicoanalítico inaugurando una nueva forma de mirar la etiología de los padecimientos subjetivos. Freud encuentra que hay algo más que dicen estás pacientes, algo que no es dicho necesariamente en las palabras, es decir, parece que hay otro lenguaje que se dice entre líneas y que además es dicho por Lo Inconsciente (1915) de diversas formas, dando cuenta de ello en su escrito Psicopatología de la vida cotidiana (1900-1901) con el olvido de nombres propios, los recuerdos encubridores, el desliz en la lectura y la escritura, las operaciones fallidas, el sueño, etc.
Ahora bien, partiendo de este muy breve recorrido histórico y regresando a Lacan, es importante destacar que él retoma la noción del Sujeto y continua con esta labor realizada por Freud y da cuenta que este Sujeto tiene una forma particular de hablar y ser hablado, por lo que se requiere una forma también muy peculiar de acceder a esto, es decir, da cuenta de que:
Lo que he agregado a Freud – aunque ya esté patente en él, porque sea lo que fuere que Freud demuestre del inconsciente nunca es más que materia de lenguaje – es que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. ¿Cuál? Pues bien, justamente, es labor de ustedes averiguarlo (Lacan, 1971, p. 67)
Y ¿Cuál fue el descubrimiento para Lacan? Sino que este lenguaje que habla el sujeto incluye el inconsciente, la enunciación, el deseo y el goce. Se trata de algo más que una lingüística Saussureana, se trata de una Lingüistería, es decir, de lo que en la labor del Analista y las concurrencias del Dispositivo Psicoanalítico propiciará para que devenga un Sujeto, pero no cualquiera, sino el Sujeto del Inconsciente, el Sujeto del Goce, de la Enunciación y el Deseo que late en cada encuentro con el Analista.
Por tanto, si el Inconsciente está “estructurado como lenguaje…” y Lacan pregunta ¿Cuál?, Y será labor de “Ustedes averiguarlo…”, entonces habrá que pensar que la lectura que se elabora en el Dispositivo Psicoanalítico no se hace a la ligera, esto implica pensar en la lectura de los signos que conforman a las letras, porque será el signo mismo quien se encuentre impregnado de una singular significación, por tanto, requiere de una lectura literal pero única de la representación de este signo. Dicho de otra forma:
La letra es algo que se lee. Hasta parece que se lee a raíz de la palabra misma. Se lee, y literalmente. Pero justamente no es lo mismo leer una letra y leer. Es bien evidente que en el discurso analítico no se trata de otra cosa, no se trata sino de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir, que no es tanto, como dije la última vez, decirlo todo, sino decir cualquier cosa, sin vacilar ante las necedades que se puedan decir. (Lacan, 1972p. 38)
Con las letras se signan y designan objetos, lugares, experiencias “Con ella designo lo que es ante todo un lugar, un sitio” (Lacan, 1972, p. 39).
Luego viene el lugar del Significante, noción introducida por la lingüística que posibilita que los signos, las letras, las palabras y las enunciaciones cobren sentido en la conjunción de los eslabones de la cadena significante provistos en el discurso del Sujeto del Inconsciente, de quien cabe aclarar no es posible su existencia sino en el Dispositivo Analítico, pues es ahí en donde encuentra una resonancia de aquello que dice, de aquello de lo que aún no puede dar cuenta pero con el paso del tiempo lo hará, es decir, dará cuenta de las jugadas y contrajugadas que el Inconsciente hace.
El Sujeto del Inconsciente sabe sin saber que algo dice, que algo signa y designa, pero no sabe qué, lo dice entre líneas, se asoma en un de repente. Será labor del analista atajar los signos, las palabras, los sonidos; porque leer no necesariamente implica la grafía de un texto, sino también la fonética, la gramática y hasta la sintaxis de lo que ahí se dice, porque “Un hombre no es otra cosa que un significante” (Lacan, 1972, p. 44) de pies a cabeza, es decir, todo lo que lo constituye se trata de lenguaje, desde sus lunares hasta un tatuaje, sus marcas y cicatrices, sus gestos y su expresión corporal, sus palabras sin lugar a dudas, cada parte que lo conforma habla, habla y habla, o a veces grita, entonces “El significado no es lo que se escucha. Lo que se escucha es el significante.” (Lacan, 1972, p. 45) efecto de sentido producido por el significante mismo.
Es así que leer a letra no es cualquier cosa, implica una labor detallada de la escucha y de una pulida atención flotante para dar cuenta de toda la Lingüistería que ahí se ejecuta. Esto arroja una noción más dentro del Dispositivo Analítico, Función y Campo nombrados por Lacan en 1983, aspecto de suma importancia porque habrá que pensar que cada analizante en el diván cuenta con su propio campo en función, es decir: “… Función tiene que ver con variable y Campo, con su conjunto determinado, tendremos que: las palabras son las distintas variables pertenecientes a un conjunto que es el lenguaje” (Fernández, S.f., p. 45), y de estas sucede que el psicoanálisis, parafraseando a Néstor Braunstein implicará levantar el ancla de la palabra, hacerla derivar, dejarse llevar por ella, dando cuenta de que aquello que se creía como verdadero, cae como certeza desmedida por alguien que no sabe lo que dice. Por eso el análisis, se trata de un análisis del discurso:
Incitado a hablar, aunque sean tonterías, aunque lo que se diga se trivial, incoherente o impertinente, decir, y sólo decir, todo lo que se le pasa por la cabeza (aún sabiendo muy bien que nunca podrá decirlo todo) el yo toma el timón del discurso y comienza a presentar esa superficie novelesca y mística que es la versión (la aversión) que ese yo tiene del sujeto. (Braunstein, p. 143).
Esto no significa que aquel decir del sujeto, sus signos y letras, estén escondidos en un sótano oscuro e inaccesible, ya se ha dicho que eso que se dice trae consigo deslices, actos fallidos y traspiés, que posibilitan el acceso a ese contenido del Inconsciente en donde no existe otra realidad más que la del discurso, y es ahí en donde el análisis encuentra su éxito, pues ha dicho sin saberlo una verdad, diría Néstor Braunstein, ha traicionado al inconsciente.
Será por tanto función del Analista y del Dispositivo Analítico puesto en marcha, leer, pero no cualquier lectura sino la del sujeto del Inconsciente, leer literalmente, leer a la letra, intervenir en lo que se lee, puntuar, para dejar en el Analizante la posibilidad de pensar ¿Qué autorizan sus palabras? ¿Qué autoriza su decir? ¿Quién habla cuando habla? Ya que “El paciente habla a una imagen hecha en función de su propia subjetividad” (Braunstein, p.147).
Referencias Bibliográficas
- Braunstein, N. (1982). Lacan, el lenguaje y la lingüística. En: Lingüistería. En:
- Lingüistería. En El lenguaje y el inconsciente freudiano. Siglo XXI.
- Fernández, M. (S.f.). Comentarios sobre <<Función y campo de la palabra y del
- lenguaje en psicoanálisis>> (1953-1956), de Jacques Lacan. Obtenido de: https://raco.cat/index.php/Intercanvis/article/download/355127/447111/
- Freud, S., (1895). Estudios sobre la histeria. Obras Completas. Amorrortu.
- Lacan, J. (1971). Lección del 4 de noviembre de 1971. (R. E. Rodríguez Ponte,
- Trad.). En: O peor. Seminario 19.
- Lacan, J., (1972-1973). La función de lo escrito. En: Aún. Seminario 20. Paidós.
- Lacan, J. (1983). Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. En:
- Escritos I. Siglo XXI.
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